Vol. 12 (2): Noviembre 2009 |
Los avistamientos de foca monje en Italia
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Fue un turista que estaba de visita en la isla de Giglio el domingo 6 de junio de 2009 quien dio parte del primer avistamiento. El encuentro se produjo a las 11 horas cerca de los afloramientos rocosos existentes en las afueras del puerto de Giglio Campese. Sorprendido por los gritos de un grupo de personas que no daban crédito al hecho de tener a una foca a pocos metros de las rocas, el informante, que también es un aficionado a la fotografía, cogió su cámara y rápidamente se acercó al lugar, donde no sólo pudo tomar varias fotos de la foca, sino también pudo observarla durante sus repetidas salidas a la superficie durante unos 35 minutos. Observó cómo la foca nadaba en la superficie, aproximadamente a unos 10 metros de la costa. Salía a la superficie entre 2 y 20 segundos, para luego sumergirse y desaparecer de la vista entre 5 y 20 minutos. Cada vez que salía, se iba alejando un poco más de la posición del observador, que describió cuidadosamente los prominentes orificios nasales de la foca, su cabeza redonda, sus ojos y las vibrisas. Calculó que el cuerpo de la foca debía medir por lo menos 2 metros y describió que el color gris oscuro del dorso se volvía cada vez más oscuro hacia la cola, con manchas más claras, sobre todo en la parte delantera del dorso. También declaró que los movimientos de la foca en el agua eran lentos y tranquilos, lo que llevaría a suponer que la foca no se sentía ni amenazada ni nerviosa, aunque cuando salía después de una inmersión, se la veía a menudo mirar hacia las rocas, donde estaban sus espectadores. El análisis de las fotos confirma que, por su tamaño, se trata de un subadulto o adulto.
El segundo avistamiento se registró el sábado 29 de agosto a las 11.30 horas, cerca de un islote rocoso al sureste de la isla de Ponza. El observador, un aficionado al submarinismo, estaba haciendo pesca submarina, inspeccionando un arrecife rocoso sumergido a una profundidad de 15 metros. Un lado del arrecife sumergido terminaba en un pequeño saliente rocoso con un fondo de arena y cerca de una rica pradera de Posidonia. El buzo vio una masa de color gris oscuro sobresaliendo parcialmente de por debajo del arrecife y, llevado por la curiosidad, se acercó para identificar la especie, suponiendo que podría ser un gran pez. Al acercarse, el animal estaba tan quieto, que su primer pensamiento fue que podría estar muerto, posiblemente debido a las diversas piezas de artes de pesca perdidas que había observado junto a los afloramientos rocosos en la zona. Cuando estuvo a menos de 2 metros del animal y habiendo alcanzado una profundidad de aproximadamente 15 metros, vio que la masa gris oscura era la parte posterior de un cuerpo en forma de huso, al final del cual sobresalían dos aletas de gran tamaño. Describe que los lóbulos exteriores de las aletas eran más largas en comparación con los extremos interiores y explica que pensó que eran aletas de foca, dado que tenían una “apariencia de palmeado como la que se observa en las alas de los murciélagos” y que podía ver “la capa de piel que une un dígito a otro”. Le parecía que el animal estaba parcialmente de costado y la parte superior de su cuerpo descansaba sobre el fondo arenoso bajo el somero saliente rocoso. En ese momento se dio cuenta de que las aletas se balanceaban suavemente, frotándose lentamente, así que llegó a la conclusión de que el animal no podía estar muerto. Subió rápidamente a la superficie para llamar a sus dos compañeros de buceo que estaban en el barco, tratando de estar pendiente del animal para no perderlo de vista. En menos de dos minutos, él y sus compañeros de buceo observaron como la foca salió de debajo del saliente rocoso y nadó hacia aguas abiertas, aproximadamente a unos 5-10 metros de distancia de ellos. Les dio la impresión que la foca se había dado cuenta de su presencia y que miraba hacia ellos, para después nadar lentamente en dirección a la cercana isleta rocosa. Se estima que la duración de todo el avistamiento fue menos de 3 minutos. Los observadores describen claramente las características físicas de la cabeza (órbitas oculares redondas, la cabeza redondeada, hocico pronunciado), el cuerpo en forma de huso y la posición de las aletas. El tamaño de la foca parecía muy grande, de una longitud similar a la de un hombre adulto, con la cabeza y la parte posterior del cuerpo de color gris oscuro y el abdomen en general de color más claro. Los observadores también alegan que la foca puede haber tenido algunas marcas de color más claro en el dorso, aunque les fue difícil recordar con gran detalle la ubicación y la magnitud exacta de estas marcas, dada la reducida precisión de visión bajo el agua y la corta duración de la observación.
Tras este avistamiento, el ISPRA contactó inmediatamente a las oficinas locales de la Guardia Costera para solicitar que presten especial atención a la recogida de cualquier otra información sobre avistamientos aportados por los pescadores locales o turistas. En el marco de actividades de vigilancia de la pesca por parte de la Guardia Costera, el personal también prestó especial atención a la recopilación de información sobre posibles daños a las artes de pesca que podrían ser atribuidos específicamente a las focas que frecuentan la zona.
Dado el bajo número de avistamientos de focas en Italia, parece probable que la foca vista y fotografiada en la isla de Giglio a principios de junio sea la misma foca avistada en Ponza a finales de agosto de 2009. La descripción de la coloración del pelaje y el tamaño estimado por los observadores en cada avistamiento también tiende a confirmar esto. De ser cierto, supone que la foca ha cubierto un trayecto de aproximadamente 140 millas en menos de 3 meses entre el primero y el segundo avistamiento, un acontecimiento no infrecuente, viendo las observaciones de animales de tamaño adulto, identificados mediante fotos en otros lugares, tales como Grecia. Lo que sí es enigmático, es saber de donde viene esta foca en particular. Los lugares de avistamiento de foca monje en Italia más cercanos son los de Cerdeña, que se encuentran a 100 millas de la isla de Giglio. Si fuera cierto que las focas monje observadas en lugares periféricos de Italia son originarias de las cercanas costas del norte de África, los avistamientos observados en el verano de 2009 en Italia indican que la capacidad de dispersión de una foca monje, desde su ubicación original, puede estar en el orden de por lo menos trescientas millas.
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