Avistamiento y Respuesta Antoni Font, Joan Mayol, Manu Sanfelix and Carlota Viada Servei d’Espècies Protegides, Conselleria de Medi Ambient, Govern de les illes Balears Cuando una foca monje decidió asomarse por las costas de Mallorca este verano, tras cincuenta años de no observarse ninguna en las Islas Baleares, se dispararon todas las alarmas y mucha gente pasó a la acción. Este es un resumen de cómo sucedió todo … En el mes de Mayo de 2008, unos navegantes vieron un pinnípedo sin determinar nadando tranquilamente en una cala poco frecuentada de la costa Norte de Mallorca, a unos 10km an NE de la isla de Sa Dragonera. Obtuvieron una fotografia con un teléfono móvil en la que no se podía distinguir con claridad el animal e informaron de ello al personal del Parque Natural de Sa Dragonera, que traspasó la información al Servicio de Especies Amenazadas del Gobierno Balear. Unos días más tarde, fue avistado dos veces en aguas próximas al Parque Natural de sa Dragonera. El 14 de Julio de 2008, Álvaro Garí -un experimentado instructor y monitor de buceo- pudo fotografiar un ejemplar de foca monje bajo el agua en una cueva situada unos 18 km al SE de Sa Dragonera a la que habitualmente acude como guia y monitor de grupos de submarinistas deportivos. A continuación resumimos su relato: Una de las fotografias tomadas por Alvaro Gari “Amarré mi embarcación a una de las boyas habilitadas para bucear, situada a unos escasos 20m de la costa, en la reserva marina de El Toro . Nos encontrábamos en la zona unos veinticinco buceadores, los de mi grupo y losde una embarcación de otra empresa. Un compañero me avisó de que en una pequeña cueva había visto un bulto blanquecino: me dijo que pensaba que era un cetáceo muerto, y me dirigí hacia allí. La cavidad, de unos 20m de ancho por 5m de profundidad entra en el acantilado unos 10m, por lo que en su interior hay luz natural, aunque escasa. Al enfocar el bulto con una linterna pude ver que se trataba de un animal de gran tamaño que estaba dormitando con la cabeza en una pequeña bolsa de aire existente en el techo de la cueva. Al aproximarme, aquel animal se dio la vuelta sin brusquedades y se quedó observandome unos instantes. Se trataba claramente de un ejemplar de foca, me pareció inmenso en aquel espacio tan pequeño; tras haber visitado de nuevo la cavidad, diria ahora que medía algo más de dos metros. A continuación empezó a desplazarse por el interior de la cueva, sin perder el contacto visual conmigo, saliendo finalmente al exterior sin signos aparentes de estrés. El encuentro duró unos ocho minutos y fue una de las experiencias más intensas de mi vida como buceador.” Por suerte, Álvaro llevaba consigo una cámara fotográfica compacta (una SONY DSC-T100) con la que, tras superar la sorpresa inicial, obtuvo 10 fotografias del animal. En las condiciones de luz existentes en este tipo de cavidades es muy difícil que los sistemas de enfoque automático funcionen bien y que el flash de una cámara de estas características ilumine suficientemente un espacio tan grande. Aún así se pudieron utilizar las fotografias para que algunos de los expertos internacionales consultados determinaran que se trataba sin ningun género de dudas de un ejemplar de foca monje Monachus monachus. Algunos apuntaron a que probablemente se trataria de una hembra adulta. Se trataba del primer avistamiento confirmado de foca monje en las Baleares desde 1958. Desde entonces ha habido un goteo de posibles observaciones esporádicas, algunas muy concretas. A falta de imágenes, no se había podido verificar ni descartar que se tratara de otra especie de foca. A pesar de su limitada calidad, las fotografias tienen la fuerza del encuentro fugaz y una gran capacidad evocadora: la foca monje ha vuelto a las costas de las Baleares tras cincuenta años de ausencia, tan sólo medio año despues de la publicación del libro que ahora puede parecer premonitorio: ‘La foca monje, una ausencia reversible’ [PDF 6.1MB]. Toma de decisiones tras el encuentro. El buceador informó a los responsables de la reserva marina de la presencia del animal en la zona, y éstos transmitieron la noticia a los responsables de la Dirección General de Pesca y éstos a los del Servicio de Especies Amenazadas de la Conselleria de Medi Ambient. Se convocó una reunión urgente para coordinar actuaciones ante la presencia del animal en cuanto se confirmó que se trataba efectivamente de una foca monje. Se decidió emprender iniciativas en tres frentes: informar a la población (especialmente los usuarios del mar), obtener nueva información acerca de la presencia y comportamiento del animal y por último abrir una colaboración con los pescadores profesionales para dismuinuir el riesgo de un accidente y poder tomar decisiones al respecto. Informar a la población Se editó un folleto en 4 idiomas (catalán, castellano, inglés y alemán) para informar de la noticia del regreso de la foca monje a nuestras costas, del comportamiento a observar en caso de un encuentro y de la necesidad de informar de cualquier avistamiento a través del número general de emergencias 112. Se distribuyeron ejemplares a las diferentes administraciones y sectores implicados: Ayuntamientos del litoral, puertos deportivos, policias portuarias, asociaciones profesionales y recreativas relacionadas con el mar. La presencia de la foca monje fue noticia en diferentes periódicos y medios radiofónicos y televisivos. Como refuerzo a esta distribución de folletos se contrató a un equipo de dos personas (la “Unitat Vell Marí”) que realizó sobre el terreno, con una embarcación, tareas diversas como: - entrevistas con una amplia selección de usuarios del mar de toda condición y edad, en su medio: pescadores profesionales y recreativos, pescadores submarinos, escafandristas, navegantes, turistas, autoridades marítimas...
- charlas informativas a colectivos relacionados con el mar (escuelas de vela, colectivos portuarios...)
- observación y fotografiado sistemático de detalles positivos (cuevas, zonas idóneas para descanso...) o negativos (residuos, ocupación del litoral...) del hábitat.
- turnos de observación en puntos con buena visibilidad si las condiciones eran apropiadas
- recogida de toda la información mediante una base de datos incluyendo el posicionamiento gps de todos los desplazamientos (tracks) y los eventos (waypoints) como cavidades, observaciones, fotografias, entrevistas, citas históricas...
Se usó Google Earth para mostrar las zonas exploradas y los puntos de interés y de realización de encuestas. En la captura de pantalla se ve la actividad desplegada durante varios días en en port d’Andratx. Los waypoints se clasifican en carpetas. En 20 dias de trabajo en la mar se recorrieron más de 800 km y se informó a unas 3.000 personas mediante 881 entrevistas personales. Por nacionalidades, un 49% fueron españoles, (40% de las Baleares, 2% de Cataluña y 7% de otras partes del estado). El 51% restante eran extranjeros, con prevalencia de ingleses (20%), alemanes (15%) y franceses (8%). El resto eran principalmente holandeses, italianos, belgas, suecos, suizos y portugueses. Se guardaron las coordenadas 213 puntos de interés para la conservación de la foca (cuevas que conviene explorar, posibles zonas de descanso, acumulaciones de basura, riesgos para la foca...). Obtener nueva información de la presencia y comportamiento del animal. La campaña informativa se reveló especialmente productiva en lo que concierne a la obtención de pistas y observaciones de foca. Se recogieron 14 testimonios de observadores, que se registraron en unas fichas diseñadas teniendo en cuenta modelos de MOm (Grecia), SAD-AFAG (Turquía) y del Parque Natural de Madeira. Una de las observaciones databa de Octubre de 2007, por lo que la presencia del animal podría remontarse a esta fecha. Al haber muchos menos navegantes en invierno, es posible que el animal hubiera pasado desapercibido durante varios meses. Adicionalmente se contrató un equipo de investigadores que ha rastreado más de 40 millas para localizar y caracterizar cavidades que pudieran servir de refugio a la foca, de cara a establecer un posible monitoreo visual o automatizado en el futuro de aquellas cavidades más idóneas. El trabajo de campo, aún en curso, se inició en el mes de agosto aprovechando los recientes avistamientos y las buenas condiciones meteorológicas de esa época del año. Hasta la fecha se han realizado 17 días de campaña que se han dedicado a recorrer la totalidad de la costa delimitada para el estudio, desde Cala Figuera a Sóller. El primer objetivo del trabajo es localizar e inventariar las zonas potenciales de descanso, principalmente cuevas y plataformas rocosas, para saber donde hay que empezar a buscar al animal en sus salidas a tierra. Para ello se ha recorrido la totalidad de la costa, con una embarcación de 5 metros de eslora (Boston Whaler) remolcando un buceador en apnea con el objetivo de localizar todas las cuevas existentes en la costa. Cada vez que se ha avistado una posible cueva, el buceador ha entrado a inspeccionarla. Con este sistema se han georeferenciado 101 puntos entre cuevas, playas y plataformas rocosas. Asimismo, a medida que se realiza el trabajo de prospección se están instalando cámaras fotográficas con intervalómetro y buscando huellas y restos de heces y pelo. En caso de encontrarse, el protocolo de búsqueda incluye la toma de muestras biológicas, para realizar un perfil de ADN del individuo que permita determinar su sexo y quizá su procedencia. Interacciones con la pesca Mientras que las anteriores actuaciones fueron todas de tipo proactivo e informativo y no llevaron aparejada la restricción de ninguna actividad en el mar, desde el primer momento se barajó la necesidad de solicitar la colaboración de los pescadores de la zona para valorar los riesgos derivados de la actividad pesquera, tanto profesional como recreativa, cuyo máximo de intensidad se produce en verano. Dibujo de una ‘moruna’ dispositivo de pesca artesanal tradicional (de Gabriel Bonnin, cortesía Parc Nacional de Cabrera). Las morunas, de considerables dimensiones, pueden verse en Google Earth. Se constató que todas las observaciones de la foca se habían realizado en las proximidades de los puntos de calamento de un arte de parada llamado ‘moruna’. Se trata de un dispositivo tradicional de pesca de complejidad notable y dimensiones considerables. La red se cala en puntos específicos que se sortean cada año entre los pescadores profesionales. Su funcionamiento se basa en conducir mediante un sistema laberíntico a los grandes peces pelágicos (túnidos, carángidos...) hasta una jaula en la que se mantienen vivos hasta el momento de la extracción por parte del pescador profesional. En los registros históricos de mortalidad de focas, constaban algunos ejemplares muertos en morunas, aunque en el último caso registrado en 1951 en la costa de Santanyí se pudo confirmar que no fue una muerte accidental sino una captura: la moruna habia sido modificada para que actuara como trampa cuando la foca entrara en su interior y murió ahogada, debido a una actuación intencionada. Aun conocedores de que la peligrosidad de las morunas es relativa, los responsables de la Dirección General de Pesca tuvieron que afrontar el hecho de que en el interior de la zona de reserva marina de El Toro, a escasos 1200m del punto del avistamiento había una moruna calada, que podía presentar un riesgo para el animal. Por otra parte, en el tramo de costa en el que se habían producido los avistamientos -unos 50 km- se encontraban caladas, de mayo a agosto, unas diez morunas más. Se decidió pedir al pescador que tenía la moruna en la reserva marina que retirara el arte, ofreciéndole la posibilidad de calarlo en otro punto. El profesional, un joven pescador del Port d’Andratx con autorización para calar otras morunas en la costa, comprendió el problema y aceptó retirarla sin crear conflicto alguno. Asimismo declinó calar la red en otro punto, ya que para ello tendria que haber realizado tareas de adaptación de las redes, que se confeccionan en invierno y a medida para cada punto de calamento. Gracias a las tareas de información pudimos saber ‘a posteriori’ que en una de las morunas, los pescadores habían detectado que algunos de los peces que a veces quedan enmallados en las paredes del aparejo aparecían seccionados de una manera muy peculiar. Para los viejos pescadores jubilados se trataba de la inconfundible firma de la foca monje al morder estos peces pero al ignorar que había un ejemplar en la zona, no sabían a qué imputar este hallazgo. En cualquier caso, hay que destacar que no ha habido ninguna respuesta negativa hacia la foca desde el mundo pesquero, y que el interés e ilusión con que los medios de comunicación han seguido el caso no ha generado ni la mas leve sombra de conflicto. Situación actual Las tareas de recogida de información demostraron que el animal se ha mantenido en la zona, siendo el último avistamiento de 18 de septiembre. Los avistamientos son dispersos, en ocasiones en sitios con intensidades elevadas de navegación. Jamás se han dado dos avistamientos en el mismo sitio, por lo que carece de sentido delimitar áreas de exclusión. Medidas de este estilo en este momento son innecesarias porque serían difíciles de justificar por parte de la administración y difíciles de entender por los ciudadanos: el animal se ha mantenido en un sector costero concreto, que coincide con áreas de intenso uso de navegación. No hay indicios de conflicto con las actividades de pesca, por lo que tampoco parece razonable plantear restricciones en un escenario en el que la pesca profesional es una actividad menguante por abandono de la profesión por otras mas rentables o por la reducción de la intensidad debido a la subida de los costes de combustible. En el caso de que se identificara una zona preferente de descanso (o en el caso más que improbable de que estuvieramos ante una hembra embarazada que pudiera dar a luz en una cueva concreta), sería necesario implementar un programa de vigilancia acorde con la importancia que para Baleares tiene este primer paso de cara a asegurar la estabilización de una población de foca monje. Ciertamente, nuestros antepasados mataron focas con la misma dedicación con la que algunos aún hoy cazan otros animales cualesquiera (Ver la Cita final). Se da el caso especialmente lamentable de que fue un agente de la autoridad quien hace cincuenta años mató el último ejemplar en Mallorca sin que nadie en la sociedad de las Baleares levantara ninguna voz de protesta. En 2008, la presencia de este ejemplar ha desencadenado una ola de interés y simpatía por el animal. Aunque muchos parámetros muestran que la presión sobre la costa de las Baleares es mayor que hace hace 150 años, ya no existe la animadversión directa contra las focas que las llevó a la extinción a nivel local. La presencia del animal y el interés que despierta en la población constituyen un estímulos muy poderosos para replantear su recuperación local, ya que es una prueba incontestable de que la foca puede vivir en una zona de uso turístico, especialmente –como es el caso- si encuentra alimento. Es probable, en este sentido, que la existencia de una reserva marina dotada de vigilancia, en la que la fauna piscícola ha alcanzado una densidad notable, haya favorecido la permanencia del animal. De momento, seguimos la evolución de la situación y el próximo invierno se prospectaran sistemáticamente los refugios potenciales identificados. La prudencia deberá guiar el proceso de toma de decisiones que tendrá lugar en los próximos meses, como continuación de los trabajos iniciados a finales de la decada de 1990, cuyos frutos se pueden consultar aqui: http://dgcapea.caib.es/pe/vell_mari.htm. Cita final Vamos a hablar finalmente de la caza de focas, una práctica común en algunos lugares de la costa. El cazador, con una escopeta de doble cañón, cargado con munición de plomo o hierro, se acerca en silencio a la cueva desde la cima de los acantilados, y si encuentra focas dormidas, les dispara en la cabeza a quemarropa. Si no lo logra a la primera, deberá encontrar un lugar adecuado dentro de la cueva y esperar a que los animales vuelvan a tierra. Algunas veces se pueden encontrar tres, cuatro, cinco y hasta seis focas juntas. Pasan mucho tiempo jugando y nadando. El cazador debe disparar cuando una de ellas abandona el agua. Si el animal no está muerto intentará escapar de nuevo bajo el agua. Para evitarlo, el cazador debe instalar una red fuerte bajo el agua, en la entrada de la cueva. Este obstáculo fuerza al animal a salir a la superficie y este momento debe ser aprovechado por el cazador para abrir fuego. Sin embargo, no es raro que el animal rompa la red y desaparezca. También se puede tratar de capturar las focas con un anzuelo y un sedal, usando un pulpo cogido a un fuerte sedal de acero colgando de una caña. La foca se traga el anzuelo con el pulpo y a continuación llega la parte difícil: izar el animal a tierra, porque intentará romper el sedar de acero rozándolo contra las rocas con todas sus fuerzas. – Die Balearen (Las Baleares), Archiduque Luis Salvador de Austria, 1869. | |