Vol. 10 (2): Noviembre 2007 |
Cuarenta días en PsathouraGiorgos Catsadorakis*
Psathoura es la isla más septentrional del Parque Nacional Marino de Alonnisos - Esporadas del Norte (NMPANS), en Grecia. Se encuentra a 27 millas del punto habitado más próximo, que es el puerto de Patitiri en la Isla de Alonnisos. El islote es un trozo de tierra llana hoy deshabitada con una altura máxima de 17m y una superficie de 78ha, y es el único afloramiento del archipiélago de las Esporadas formado totalmente por materiales volcánicos. La zona marina del Norte de la isla fue usada durante mucho tiempo como zona de maniobras de guerra por aviones de la fuerza aérea griega y por barcos de la armada. El faro que hay al norte de la isla ha servido de guía desde 1895 a los marineros que han transitado por estas peligrosas aguas llenas de bajos rocosos que han causado numerosos naufragios. Los fareros vivieron permanentemente en el edificio anexo al faro hasta mediados de la década de 1980 y actualmente es usado ocasionalmente por los trabajadores del servicio de señales marítimas para trabajos de mantenimiento del faro y del resto de instalaciones. En 2004 visité la isla como parte de una amplia investigación sobre el halcón de Eleonor organizada por la Sociedad Griega de Ornitología (Hellenic Ornithological Society - HOS). Pude ver entonces los nidos de Cormorán moñudo Phalacrocorax aristotelis desmarestii en los acantilados costeros. Este cormorán es una subespecie de ave marina con colonias de cría dispersas en el Egeo cuya ecología reproductiva estaba muy poco estudiada. Cuando ví que aquel faro tan bien conservado estaba allí mismo, me asaltó la idea de pasar un par de meses en la soledad de la isla, estudiar los cormoranes, experimentar el aislamiento invernal y aprovechar para mirar mejor en mi interior liberado de las rutinas cotidianas. Esta idea se materializó en primavera de 2007. Los preparativos duraron algunas semanas y recibieron el apoyo financiero, moral y material de WWF Grecia, HOS y MOm: las tres ONGs con las que me he relacionado más estrechamente. Unos cuantos individuos y empresas ofrecieron apoyo técnico y donaron equipos, sobre todo para la instalación de una antena satélite que me permitió tener una conexión a Internet. Llegué a la isla a principios de Marzo en el ‘Odyssey’, el barco de investigación de MOm. En Alonnisos cargué provisiones para veinte días. En el mismo momento que las seis personas que me habían escoltado partieron, me dí cuenta de que estaba sólo en el paraíso. En el paraíso eran mayoría las lagartijas, las ratas, los conejos, las gaviotas y los cormoranes. Miles de aves en migración cruzaban aquel edén, casi siempre de manera discreta, en las alturas, pero cuando las tormentas o los fuertes vientos del Norte las hacían bajar, inundaban cada rincón y cada matorral de la isla. Además de las tareas personales que me impuse (concentración, re-evaluación y contemplación) tenía que cumplir con tres objetivos de mi investigación: Mi cuarta tarea era actualizar cada día, con fotos y textos, el blog que creé (www.lifeatfaros.blogspot.com) para aportar un informe casi en directo de lo que pasaba en este remoto pedazo del Egeo. Mi propósito era sensibilizar a tanta gente como fuera posible, especialmente a los jóvenes, y darles a entender la belleza y la emoción de ser un científico de campo. Naturalmente, tenía también la enorme tarea cotidiana de descubrír cada rincón de la isla (¡40 días no bastan para explorar una isla de 78ha, realizar un inventario de pájaros, plantas y animales y satisfacer las necesidades básicas diarias! ). La iniciativa resultó muy atractiva para los medios de comunicación y atrajo la atención del público, por lo que el blog tuvo un gran éxito. Fui entrevistado varias veces por radio y dos programas de televisión me visitaron en la isla, al igual que por dos periodistas que escribieron extensas entrevistas para revistas de tirada semanal. No sé realmente qué parte de la belleza que disfruté fui capaz de transmitir al 'mundo exterior'. No es fácil encauzar y transmitir el vigoroso sentimiento de aislamiento en la naturaleza que ha sido usado por muchas civilizaciones como medio para alcanzar el equilibrio de uno mismo: hay que experimentarlo individualmente. Las fotografias ayudan, pero los otros sentidos quedan huérfanos de sensaciones y a menudo pueden ser los más decisivos para autoexplorarse. ¿Cómo explicar lLa sensación del viento salado en la cara, el olor del nido del cormorán y de la sal en las piedras, la fragancia de narcisos y pancracios, la humedad de albas y crepúsculos, el tacto de las rocas basálticas, el fiero silbido de los vientos de fuerza 10 en las paredes de la torre del faro, la inmensidad de las noches estrelladas en el cielo que ninguna cámara podrá captar jamás, la incesante música de las olas que al batir los acantilados forma un fondo sonoro mágico...? Tuve la suerte de ver más de 70 especies de pájaros, entre ellos docenas de Aguiluchos laguneros (Circus aeruginosus) y hasta 60 aguiluchos papialbos (Circus macrourus), entre los que pude distinguir machos y hembras. Disfruté de los vuelos de cortejo y de los juegos de una pareja de halcones peregrinos junto a la torre del faro. Localicé más de 20 nidos de cormorán, ví y toqué sus huevos, sus pollos, fui amenazado por los padres desde el fondo del nido y aún así estoy en deuda con ellos porque me permitieron fotografiarles y observarles mientras pescaban en grupos de 15 o 20 ejemplares junto a cientos de pardelas que planeaban sobre un grupo de delfines que perseguían bancos de peces muy cerca de la costa. Tuve también el alto privilegio de estar en el sitio adecuado -el techo del faro- en el momento adecuado para disfrutar de la visita de una foca monje, inmadura, que me dejó sacarle unas cuantas fotografías. Tuve la suerte de estar 16 días totalmente aislado por causa de los fuertes vientos que levantaron una mar gruesa, y de percibir este extraño sentimiento que los isleños conocen bien, al que solemos ser ajenos los que venimos del continente. Finalmente, me siento afortunado también porque por cosas de las circunstancias, los tres últimos días me visitaron mi mujer y mi hijo de 28 meses y pude compartir algunas de mis experiencias con ellos. El estudio del cormorán me permitió llegar a unas cuantas conclusiones básicas: en un 60-70% de los casos pescan solos, en el 15-20% por parejas y en pocas ocasiones en grupos de 3-15. La mitad del tiempo pescan a menos de 100m de la costa. En Psathoura había 14-16 nidos activos y 8-10 nidos en Psathonisi o Myiga (un islote de 4.5ha, a 1200m al sur de Psathoura). En total pude contar 50 animales adultos y 5-6 inmaduros. La puesta media fue de 1.8 huevos, pero una cifra de 2-2.1 tal vez sea más realista, porque en algunos nidos pude observar predación despues de la puesta del primer huevo. De media, en 2007 la puesta comenzó el 26 de Febrero ± 16 días. El éxito reproductor fue más bien bajo, con sólo 1.1 jóvenes volanderos por nido. El resto de datos científicos recogidos sobre fenología de la migración y otras especies animales de la isla son también interesantes y relevantes, pero lo que más valoro es la experiencia vital del conjunto, la satisfacción que obtuve al colaborar con las tres ONGs en esta iniciativa y las contribuciones de una multitud de amigos -conocidos o no- del ciberespacio.
* El Dr Giorgos Catsadorakis (48) es un biólogo especializado en conservación y en interpretación ambiental. Trabaja como consultor independiente y es asesor científico de WWF Grecia. |
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